jueves, 8 de septiembre de 2011

RESPETO,TOLERENCIA Y UNIÓN



DE Francisca Aguilera

El pasado 6 de septiembre se desarrollaron, en todo el Estado, diversas manifestaciones en contra de las reformas laborales que precarizan aún más el empleo joven y en demanda de un referéndum sobre la reforma constitucional que aprueban estos días PSOE y PP.
En algunas de ellas, principalmente en las granes capitales, se produjeron incidentes aislados con algunas personas que, al parecer, compartían la finalidad de la convocatoria. Un importante grupo de personas, identificado con sus propios símbolos como “15-M”, se incorporaron durante el acto final de la convocatoria, al menos en Madrid, a la manifestación unitaria encabezada por los sindicatos mayoritarios. La mayoría de ellos, quienes venían más atrás, en expresión de unidad frente a un objetivo común y, consecuentemente, con respeto a la lectura del manifiesto unitario de los convocantes, que se desarrollaba en ese momento. No fue esta la conducta de quienes se situaron en la cabecera del grupo, que dedicaron su presencia a alterar con gritos, y algún insulto directo a los convocantes, el desarrollo del acto. Con matices, este comportamiento de “grupúsculos” se reprodujo en otras capitales. Especialmente para las gentes del 15-M, estos hechos de personas concretas y que, en algunos casos, conocemos de tiempos anteriores a la articulación del 15-M como “provocadores oficiales”, deberían obtener una reprobación pública. Desde mi punto de vista, la unión frente a un contrario común y por un objetivo compartido, condición de éxito de cualquier proceso de respuesta ante quienes ejercen el poder, se asienta en dos pilares: el respeto y la tolerancia.

Respeto es, si se decide acudir a un acto convocado por otros, participar, más o menos activamente, en los términos y condiciones establecidas por los convocantes y no obstaculizar su desarrollo. Tolerancia, aprender a convivir en la diversidad, sin insultos. Quien no cumple estos requisitos, se convierte irremediablemente en alguien que, lejos de unir, pretende dividir. Y esto, al menos en la teoría, es contrario al objetivo declarado de combatir al contrario común, haciéndolo más fuerte y debilita las propias posiciones. Estas no pueden ser las posiciones de las gentes del 15-M, entre las que se integran muchas personas afiliadas a las organizaciones sindicales que convocaban la manifestación.

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