jueves, 14 de julio de 2011

Estos políticos minan las democracias

ARTICULO PUBLICADO EN LA PAGINA WEB: www.fsc.ccoo.es

Los dirigentes políticos, con sus manifestaciones, dudas y miedos, socavan -poco a poco- la opinión que los ciudadanos tienen de la clase política en particular y de la política en general. Lo que por contagio va minando nuestras, ya de por sí, maltrechas democracias.

as sociedades española y europea adolecen, en la actualidad, de gobernantes que piensen y miren más allá buscando una unión de los países europeos real y no ficticia. La mirada de nuestros políticos no esta puesta en fijar objetivos globales que amparen un proyecto común, como en otros tiempos. A la vista de los acontecimientos parecería que su único interés es el mantener sus puestos. Y para ello están dispuestos a mentir, engañar o dar informaciones tergiversadas creadas con el interés de desplazar el problema real.

Los políticos europeos, amparados y dirigidos por algunos técnicos económicos, siguen pensando que los problemas europeos se arreglan con reformas fiscales, reformas que contribuyan a conseguir más fondos, reformas que corrijan a la baja el déficit público. En toda Europa solo se oye una única receta, recorte. Se trata de conseguir más dinero a través de los impuestos, externalizaciones y desmantelamiento del estado del bienestar, dinero que sirve para pagar los altos intereses de las deudas soberanas. Nuestros dirigentes no quieren ver que, aunque las reformas sean extremadamente duras, aunque a los trabajadores se les quiten sus pagas extras, se le suban los impuestos directos e indirectos, se le rebajen sus sueldos, y se le acabe dejando en la calle, esto no soluciona el problema. Ninguna de estas recetas ha solucionado los problemas que tienen Grecia, Irlanda, Portugal y España a la hora, por ejemplo, de hacer frente a los mercados en sus peticiones de crédito. .

La política y el mercado laboral han sido sustituidos por los mercados financieros; y nuestros políticos, lejos de encontrar soluciones, solo se centran en mirar hacia su casa y su única finalidad es realizar declaraciones que les den crédito delante de su opinión publica y, por supuesto, delante de sus votantes. El mejor ejemplo lo encontramos en la señora Ángela Merkel que cultiva como nadie la xenofobia entre la Europa del norte y la Europa del Sur. Una estadista que rehúsa la verdad, que esquiva los problemas que muchos alemanes padecerán, sin saberlo, a consecuencia de las inversiones de sus ahorros en bonos griegos efectuados por los bancos alemanes. Una política que se cree a salvo, en su país, de los tiburones financieros, gracias a su crecimiento constante. Pero, para sentirse mucho más segura, prefiere sacrificar a los PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España) sin darse cuenta de que millones de ciudadanos alemanes, gracias a la escasa visión de su presidenta, verán mermados sus fondos de pensiones, sus planes de ahorro, por la más que previsible bancarrota de Grecia, abandonada a su suerte y exprimida al máximo por la "Locomotora Europea".

El problema de los políticos europeos es igual o peor según se escarba en cada país, tenemos ejemplos como la Italia de Berlusconi que, ahora, con una déficit del 125%, asume que tiene que hacer reformas y recortes, cuando su sistema fiscal y financiero lleva sin ser reformado decenas de años. Francia no esta mucho mejor, su sistema financiero será el próximo en ser atacado, su déficit publico es enorme, mucho más alto que el español por ejemplo. Podríamos seguir hablando de Bélgica y su situación política y social que le confiere una posición de país apetitoso para los especuladores. Y así, podríamos ir desgranando, país a país, sin encontrar ninguno que, por unas razones o por otras, esté a salvo totalmente.

Este panorama europeo se da de bruces con una realidad cada vez más clara, el problema no esta en el euro. La moneda única tiene una posición mejor, su valor se acerca al 1,4 dólar unidad, lo que significa que está mejor que hace un año y que hace dos. Este aspecto debería hacer reflexionar a nuestros políticos, el problema no está en el euro, el problema está en la falta de decisión de los políticos para afrontar los problemas. El sistema de "patada para adelante" aquí no sirve. Mientras se ponen de acuerdo para celebrar reuniones, cada día que pasa sin una respuesta conjunta y contundente, los tiburones cercan más y más a sus presas. Esto no es nuevo, los ataques a países valiéndose de su deuda o a través de su moneda son recurrentes desde la década de los 80. Como decía George Soros, "encuentra una tendencia cuya premisa sea falsa, y apuesta tu dinero contra ella". Pese a todo, nuestros políticos no toman decisiones que desmientan las falsas premisas, deciden siempre lo mismo: recortes sociales.

Los problemas europeos se acentúan en España. Aquí tenemos una clase política que cultiva y alimenta con sus comentarios y actuaciones, la desidia y la desazón de todos los ciudadanos.

Nuestros políticos, los políticos de los partidos mayoritarios, generalmente representan los polos opuestos de un mundo, que confluye en el mismo sitio, sus propios intereses. El presidente del Gobierno, bajo el paraguas de las reformas y los sacrificios como país, insiste una y otra vez en la misma fórmula, el recorte, las reformas que no conducen a ningún sitio, pero contentan a determinados poderes. Poderes que empiezan a darse cuenta que cuanto más aprietan más rendimiento obtienen. Es paradógico contemplar cómo un presidente que declaraba ser el primer presidente socialista de nuestro país (calificando a los gobiernos de Felipe González como de centro) es el que más insiste, una y otra vez, en proporcionar beneficios a los empresarios y a los bancos de nuestro país.

Por otro lado tenemos a la oposición, sin propuestas, pero sentada tranquilamente a esperar a que caiga el enemigo. Eso sí, de vez en cuando hay que mostrarse desabrida, insultar, bramar en público, para alimentar el deseo de revancha de su gente. Ahora hemos entrado en la fase de pedir elecciones anticipadas, pero ¿cuándo quieren las elecciones a mediados de agosto o a mediados de septiembre? Porque la Constitución dice que "el plazo para convocar elecciones será como mínimo de 30 días y como máximo de 60 desde la disolución de las cámaras. Con la ley en la mano, decidan ustedes cuándo.

En la política de un país no hay enemigos -este principio no lo han asumido nuestros políticos- hay adversarios, y esto es importante porque el objetivo común debe ser la defensa de los intereses generales. Con la ideología que postule cada uno, pero el bien común, no los intereses personales o de un partido político.

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