lunes, 20 de diciembre de 2010

COMO RECUPERAR EL PODER

En 1992 Francis Fukuyama creyó ver el fin de la historia. Se equivocó. Aquellos años fueron sólo un descanso en el que se creía que la democracia liberal y el capitalismo europeo dominarían el futuro. En realidad, comenzaba una nueva etapa en la que la democracia y el capitalismo se resquebrajan con riesgo de romperse para siempre.

La amenaza no viene de los fundamentalistas islámicos, ni de populistas latinoamericanos, autócratas rusos, comunistas chinos o jóvenes antisistema. Son hombres y mujeres, occidentales u occidentalizados, capitalistas y liberales, ciudadanos de grandes capitales, consumistas obsesionados por las finanzas. Son los dueños de todas los Lehman Brothers que deberían quebrar. Pero los gobiernos y ciudadanos, empleados o desempleados, de Europa, Estados Unidos y otros países pobres están desesperados por salvarlos.
Hay muchas lecturas de esta crisis. Sin embargo, entre todas ellas una permanece: su lógica emerge de la especulación de bancos, círculos financieros y un gran número de negocios privados o individuos millonarios. Muchos de ellos especulan mal y caen, otros alzan millones de billetes.
¿Qué pueden hacer los gobiernos? Parece que nada. Un rumor, un golpe de mercado, una retirada de millones de una cuenta, una venta de acciones, un clic en un ordenador y la economía real de un país cualquiera se tambalea. Aparece en escena entonces el Fondo Monetario Internacional, el G-20, Europa o Angela Merkel para calmar los ánimos hasta la próxima crisis especulativa.
En los 80, los Estados endeudados del Tercer Mundo ajustaron sus economías para pagar sus deudas y así salvar al sistema financiero internacional. En 1998, la crisis asiática restringió el margen de maniobra de los gobiernos de la región, de Rusia y de Brasil. En el 2001 se desbarranca Argentina. En el 2008 la crisis emerge en Europa y en EE UU. Queda claro entonces que todos los gobiernos se han vuelto vulnerables a los ataques especulativos de este capitalismo global, egoísta e injusto.
Barack Obama no calma a los mercados, el G-20 tampoco. Angela Merkel siembra dudas sobre la continuidad de la solidaridad alemana para rescatar a sus vecinos y los europeos del sur patalean. Y se abre una nueva ola especulativa que puede acabar con las economías de Grecia, Irlanda, Portugal, España y contagiar a Italia o Bélgica.
¿Será la solución volver hacia atrás, antes del fin de la historia? ¿Establecer los mecanismos nacionales e internacionales para abortar las olas especulativas y que gane el Estado de la mano de la democracia liberal y el capitalismo solidario?
Los gobiernos siempre han sido temerosos de la quiebra de los bancos, pero Lehman Brothers cayó y el mundo siguió dando vueltas. ¿Qué pasaría si se deja de utilizar el dinero de los ciudadanos alemanes o de cualquier otra nacionalidad para preservar los intereses de los mercados y los especuladores? Y si caen los bancos más expuestos, las financieras más especuladoras, los capitalistas más lucrativos, ¿podemos vivir sin ellos? Seguramente arrastrarían inocentes, pero quizás el precio de su caída puede ser, a largo plazo, menor que el coste de tener que mantener y salvar, cada 5 o 10 años, a este capitalismo salvaje.
¿Podríamos intentar volver a esos gobiernos capitalistas solidarios que a través del Estado de bienestar hicieron de Europa la tierra prometida para los nacionales y los millones de inmigrantes que luchan por llegar y quedarse? ¿Podríamos volver a tener una democracia liberal y un capitalismo en el que el Estado arbitra, negocia y reparte?
No se trataría de populismos, caudillismos y autocracias que a la larga polarizan, dividen y empobrecen. Revisando la historia de la Europa de los 50 pueden encontrarse algunas tendencias que no deberían quedar en el olvido. Quizás más que recuperar a las financieras y bancos habría que recomponer la combinación entre democracia, bienestar social y capitalismo. El Estado debería recuperar su capacidad de regulación de la economía, del sector privado, la banca y las finanzas. En la actual economía global, estas medidas deberían tomarse en consenso y, por lo tanto, las reuniones del G-20 tendrían que crear mecanismos para recomponer el poder del Estado sin ahogar al sector privado.
No es tiempo de extremismos, sino de cautela para rearmar el poder de los gobiernos. Más que destruir al sistema financiero internacional hay que salvarlo, regularlo y asegurar su futuro.
Quizá Fukuyama se equivocó porque quien tenía parte de razón era Karl Marx, que profetizó que el capitalismo acarreaba el germen de su destrucción. Los individuos, las empresas, los bancos y los grupos de especuladores que siempre pretenden socializar sus pérdidas son los que ayudan a profundizar las fallas del capitalismo, que dejado a su libre albedrío produce enormes lagunas de desigualdad y pobreza.
Dejar caer a los capitalistas salvajes, reforzar los gobiernos, proteger y globalizar deberían ser los objetivos principales de los Estados para evitar vivir de crisis en crisis, invirtiendo el futuro de los ciudadanos en el rescate de sistemas de apropiación corruptos.

COMO ACABAR CON LA CRISIS

En 1992 Francis Fukuyama creyó ver el fin de la historia. Se equivocó. Aquellos años fueron sólo un descanso en el que se creía que la democracia liberal y el capitalismo europeo dominarían el futuro. En realidad, comenzaba una nueva etapa en la que la democracia y el capitalismo se resquebrajan con riesgo de romperse para siempre.

La amenaza no viene de los fundamentalistas islámicos, ni de populistas latinoamericanos, autócratas rusos, comunistas chinos o jóvenes antisistema. Son hombres y mujeres, occidentales u occidentalizados, capitalistas y liberales, ciudadanos de grandes capitales, consumistas obsesionados por las finanzas. Son los dueños de todas los Lehman Brothers que deberían quebrar. Pero los gobiernos y ciudadanos, empleados o desempleados, de Europa, Estados Unidos y otros países pobres están desesperados por salvarlos.
Hay muchas lecturas de esta crisis. Sin embargo, entre todas ellas una permanece: su lógica emerge de la especulación de bancos, círculos financieros y un gran número de negocios privados o individuos millonarios. Muchos de ellos especulan mal y caen, otros alzan millones de billetes.
¿Qué pueden hacer los gobiernos? Parece que nada. Un rumor, un golpe de mercado, una retirada de millones de una cuenta, una venta de acciones, un clic en un ordenador y la economía real de un país cualquiera se tambalea. Aparece en escena entonces el Fondo Monetario Internacional, el G-20, Europa o Angela Merkel para calmar los ánimos hasta la próxima crisis especulativa.
En los 80, los Estados endeudados del Tercer Mundo ajustaron sus economías para pagar sus deudas y así salvar al sistema financiero internacional. En 1998, la crisis asiática restringió el margen de maniobra de los gobiernos de la región, de Rusia y de Brasil. En el 2001 se desbarranca Argentina. En el 2008 la crisis emerge en Europa y en EE UU. Queda claro entonces que todos los gobiernos se han vuelto vulnerables a los ataques especulativos de este capitalismo global, egoísta e injusto.
Barack Obama no calma a los mercados, el G-20 tampoco. Angela Merkel siembra dudas sobre la continuidad de la solidaridad alemana para rescatar a sus vecinos y los europeos del sur patalean. Y se abre una nueva ola especulativa que puede acabar con las economías de Grecia, Irlanda, Portugal, España y contagiar a Italia o Bélgica.
¿Será la solución volver hacia atrás, antes del fin de la historia? ¿Establecer los mecanismos nacionales e internacionales para abortar las olas especulativas y que gane el Estado de la mano de la democracia liberal y el capitalismo solidario?
Los gobiernos siempre han sido temerosos de la quiebra de los bancos, pero Lehman Brothers cayó y el mundo siguió dando vueltas. ¿Qué pasaría si se deja de utilizar el dinero de los ciudadanos alemanes o de cualquier otra nacionalidad para preservar los intereses de los mercados y los especuladores? Y si caen los bancos más expuestos, las financieras más especuladoras, los capitalistas más lucrativos, ¿podemos vivir sin ellos? Seguramente arrastrarían inocentes, pero quizás el precio de su caída puede ser, a largo plazo, menor que el coste de tener que mantener y salvar, cada 5 o 10 años, a este capitalismo salvaje.
¿Podríamos intentar volver a esos gobiernos capitalistas solidarios que a través del Estado de bienestar hicieron de Europa la tierra prometida para los nacionales y los millones de inmigrantes que luchan por llegar y quedarse? ¿Podríamos volver a tener una democracia liberal y un capitalismo en el que el Estado arbitra, negocia y reparte?
No se trataría de populismos, caudillismos y autocracias que a la larga polarizan, dividen y empobrecen. Revisando la historia de la Europa de los 50 pueden encontrarse algunas tendencias que no deberían quedar en el olvido. Quizás más que recuperar a las financieras y bancos habría que recomponer la combinación entre democracia, bienestar social y capitalismo. El Estado debería recuperar su capacidad de regulación de la economía, del sector privado, la banca y las finanzas. En la actual economía global, estas medidas deberían tomarse en consenso y, por lo tanto, las reuniones del G-20 tendrían que crear mecanismos para recomponer el poder del Estado sin ahogar al sector privado.
No es tiempo de extremismos, sino de cautela para rearmar el poder de los gobiernos. Más que destruir al sistema financiero internacional hay que salvarlo, regularlo y asegurar su futuro.
Quizá Fukuyama se equivocó porque quien tenía parte de razón era Karl Marx, que profetizó que el capitalismo acarreaba el germen de su destrucción. Los individuos, las empresas, los bancos y los grupos de especuladores que siempre pretenden socializar sus pérdidas son los que ayudan a profundizar las fallas del capitalismo, que dejado a su libre albedrío produce enormes lagunas de desigualdad y pobreza.
Dejar caer a los capitalistas salvajes, reforzar los gobiernos, proteger y globalizar deberían ser los objetivos principales de los Estados para evitar vivir de crisis en crisis, invirtiendo el futuro de los ciudadanos en el rescate de sistemas de apropiación corruptos.

CONCURSOS

He leido la nota de un sindicato, algunos comentarios en algunos foros, y me gustaria aclarar una cosa sobre el calendario de los concursos del ministerio del interior.

En breves fechas, el concurso ya esta consensuado e informado por función publica saldrá un concurso en el ámbito de la guardia civil. Este concurso tendrá una duración de 4 meses.

Cuando pasen los 4 meses vendrá el de la policía, es decir el concurso dela policía esta programado para finales de abril, principio de mayo.

Entre medias se hará uno de los servicios centrales del Ministerio del Interior, con muy pocas plazas.

Este es el plan de concursos aproximado que existe para antes del verano en el ámbito de la policía, ministerio y guardia civil.


Por ultimo y sobre este tema, un par de aclaraciones, ninguno de ellos tendrá muchas plazas, en ningún caso se superaran las 250 plazas. Todos ellos tendrán resultas, lo cual va a permitir que existan mas plazas.

domingo, 19 de diciembre de 2010

LA POLICIA Y SUS DESMADRES

Casi un año llevaba el subdirector de recursos humanos de la policía sin reunirse con los sindicatos. La verdad para lo que dice y hace, casi nos da igual, pero es curioso como funciona la mente de un gestor policía. En los dos últimos meses habíamos decidido presionar al director de la policía, al subsecretario, incluso al ministro para que la policía se sentara en una mesa a hablar. Últimamente el papel de la policía era "cero" en cuento a dialogo, lo que nos salva es que el ministerio no se acaba en el despacho del subdirector de recursos humanos de la policía por que si no...

Las presiones, escritos, conversaciones con todos, nos han permitido establecer la primera reunión con el en un año, y ahora ha puesto encima de la mesa un calendario con reuniones todos los meses.

Que ha cambiado? hay que ponerse en la mente de un comisario, que no quiere saber nada de los sindicatos, puedo decir que incluso nos odia, un comisario que detesta a los cuerpos generales porque solo dan problemas y no hay manera de que hagamos lo que el quiere.

Este comisario nacido en la misma ciudad que yo, siente ahora la presión de todo el mundo que tiene algo de poder sobre el, y aunque es ufano y soberbio ahora le toca verse con esa clase social inferior que son los sindicatos de los cuerpos generales, que solo somos un grano en el culo para el y que si por el fuera estaríamos mañana extinguidos y suprimidos.

Pero el mismo desprecio que siente hacia nosotros lo siente hacia todos los funcionarios, no le gustamos, no nos quiere, y nos sustituiría mañana mismo a todos si pudiera por policías.

El problema no esta entre policías y funcionarios, el problema esta en los gestores de la policía, que no estan preparados, que no tienen cualificación adecuada para el puesto que desempeñan y que solo saben utilizar el mando como única solución para los problemas derivados de los recursos humanos.

Bien ahora nos toca seguir dándole por donde mas le duele, " su sillón" y las ganas que tiene de no irse, que era lo que debería de hacer, porque gestionar los recursos humanos peor que el es difícil,bueno yo creo que imposible.

En los próximos meses las negociaciones con la policía, se pondran muy interesantes aunque ya os adelanto que serán muyyyy muyyy difíciles con gente asi........

jueves, 9 de diciembre de 2010

CONCURSO TRAFICO

El pasado dia 6 salio publicado el concurso de trafico. Desde el blog actualizaremos todos las cosas que vayan sucediendo y os las iremos contando, del mismo modo que hicimos con el de la policia.

LOS FUNCIONARIOS YA NO SERÁN DE MUFACE

Lo que voy a escribir es mi opinión absolutamente personal.

Hace pocos días se conmemoraba el 3 aniversario de la muerte de un amigo, al que conocí por primera vez hace muchos pidiendo que todos los funcionarios pasaran a seguridad social.

Yo nunca he creído en el sistema de clases pasivas, por muchas razones:

1 Los funcionarios de clases pasivas, tienen una base reguladora, tengan las retribuciones que tengan. No se suman niveles, productividades, específicos.Los funcionarios adscritos al régimen general de la seguridad social tiene una base reguladora mas alta, ya que se les computan todos los haberes, incluidos productividades, por ejemplo.

2 Los funcionarios públicos, deberían de estar en el régimen de cobertura sanitaria de la seguridad social,como todos los españoles, ¿porque los empleados públicos tienen que tener seguros privados?, no estamos todos en contra de la externalizacion de servicios, entonces porque permitimos que la administración externalice nuestra cobertura, para darnos servicio en empresas privadas,que en muchas localidades no nos pueden atender y nos remiten a la seguridad social .

3 Las mutualidades son reducto de un tiempo muy antiguo, casi ya no queda ninguna, bueno muface es la ultima de las importantes, pero el régimen general es el de todos los españoles, también debería ser el nuestro, al fin y al cabo nosotros somos empleados públicos.

4 Podemos hablar de los medicamentos, de porque son gratis para los jubilados de seguridad social y porque los jubilados de muface siempre pagan el 30% de por vida.

Se que mis opiniones no gustan a muchos funcionarios, pero si somos honestos deberíamos de mirar hacer dentro y pensar si es justo nuestra situación, incluso si es buena, incluso si mejoramos o no, no creo que tener un seguro privado justifique todo lo que al final perdemos que es mucho mas que lo que nos da una mutualidad.

Bueno aquí ya tenéis un tema que supongo que generara mucha controversia, y que no gustaría mucho, pero esta es mi opinión.